La figura del comisariado ejidal: poder local, responsabilidad colectiva

¿Quién manda en el ejido?
En cada comunidad ejidal hay una figura que representa, organiza y en teoría defiende los intereses colectivos: el comisariado ejidal. Elegido por la asamblea, este cargo es clave para la vida agraria de miles de pueblos en México, pero también uno de los más incomprendidos, cuestionados e incluso usados con fines políticos o personales. ¿Qué es lo que realmente hace un comisariado? ¿Y hasta dónde llega su poder legal?
Una autoridad con sustento constitucional
El comisariado ejidal no es una invención informal. Está reconocido en la Ley Agraria como el órgano ejecutivo del núcleo agrario. Es quien representa al ejido frente a instituciones, quien ejecuta las decisiones de la asamblea, y quien debe garantizar que se respeten los derechos y acuerdos colectivos.
¿Cuántos lo entienden así?
En la práctica, muchos ejidatarios ven al comisariado como un “presidente” que decide solo, o como alguien que “manda” por encima de la asamblea. Nada más alejado de su función legal. El comisariado debe obedecer lo que diga la mayoría reunida en asamblea y no actuar por voluntad propia. Pero cuando hay desinformación, se abre la puerta a abusos.
Funciones clave, pero limitadas
El comisariado debe convocar asambleas, firmar documentos en representación del ejido, gestionar trámites ante el RAN o la Procuraduría Agraria, y coordinar el trabajo del consejo de vigilancia. También puede ser el enlace con programas de apoyo gubernamental. Sin embargo, no puede vender tierras, ceder derechos o tomar decisiones mayores sin aprobación formal del colectivo.
Abusos, favoritismos y cacicazgos
En muchos casos, el cargo del comisariado se vuelve una posición de poder que se mantiene por años mediante maniobras sucias: compra de votos, intimidación, control de recursos, manipulación de actas. Esto genera conflictos internos que paralizan la vida del ejido o terminan en denuncias ante tribunales agrarios.
Cuando el comisariado no rinde cuentas
La falta de transparencia es uno de los problemas más comunes. Algunos comisariados no presentan informes, no consultan decisiones o manejan los recursos como si fueran propios. En esos casos, la asamblea tiene el poder de removerlos, pero para eso se necesita organización, conocimiento legal y voluntad colectiva.
¿Quién vigila al comisariado?
El consejo de vigilancia es el órgano encargado de supervisar al comisariado. Sin embargo, muchas veces actúa de forma pasiva, por miedo o por conveniencia. Aquí es donde entra el papel de la Procuraduría Agraria, que puede intervenir cuando hay quejas formales por mal manejo o abuso de funciones.
Elegir bien para evitar problemas
Elegir al comisariado no debe tomarse a la ligera. Requiere personas con compromiso comunitario, claridad legal básica y disposición a rendir cuentas. La asamblea tiene el derecho —y el deber— de exigir transparencia, preguntar, revisar actas y, si es necesario, promover un cambio de representación.
Un cargo de servicio, no de poder
Ser comisariado ejidal no es un privilegio personal, es una responsabilidad colectiva. Es quien lleva la voz del ejido hacia fuera, pero también quien debe escuchar la voz de todos hacia dentro. Si esta figura se entiende y se ejerce bien, puede ser el pilar de la organización agraria. Si se deforma, puede convertirse en el origen de conflictos que duran generaciones.